Las vidas de Sergio Daniel “Lobo” Décima (51 años) y de Adrián Sergio Uslenghi (50) muestran muchos puntos de contacto. Ambos nacieron durante el mes de noviembre -Daniel, el 27; Adrián, el 4-. Los dos surgieron futbolísticamente durante su adolescencia, en Atlético. Luego de “colgar los botines”, se dedicaron a la dirección técnica, y sus equipos salieron campeones del Anual de la Liga Tucumana de Fútbol (LTF). Ambos fueron golpeados por pérdidas irreparables -Décima perdió a su esposa, Fátima, en 2011; Uslenghi, a su hija mujer, Emilse, en 2018-. Con todos estos “encuentros”, no resulta extraño que se hayan elegido como amigos.
Décima fue un gran jugador. Edificó hasta los 35 años una brillante carrera, que incluye el ascenso con el “Decano” a la B Nacional, en 1986. Se despidió en Estrella del Sur (Santa María, Catamarca). Debutó como DT en 2006, en la categoría Sexta de Tucumán Central. Y antes de 2010 ya había ganado tres títulos. Con el buzo de DT alcanzó siete finales; se consagró bicampeón con Amalia (2008-2010), ascendió en 2013 con San Antonio de Ranchillos, club que actualmente dirige.
Uslenghi se retiró temprano, a los 22 años. Un año antes se había casado, y había sido papá. Jugaba de “4” o de “8” en la Sexta y en la Quinta del “Decano”. Luego tuvo un fugaz pase por Almirante Brown. Comenzó a dirigir a los 28 años, en la Escuelita Alfredo Tanque Rojas -filial de Boca en Tucumán-. También trabajó en las inferiores de Central Norte y luego en Fudep (Futuros deportistas). De allí pasó a Lastenia, en 2012. Ese mismo año, con “La Gloria” alcanzó su primera final y el primer título del club en la LTF, tras derrotar a Jorge Newbery, que dirigía su amigo Décima. Ese campeonato le posibilitó dirigir a varios clubes. En la actualidad, es el entrenador de Bella Vista
Sea como jugador, sea como técnico, Décima siempre vivió del fútbol. Uslenghi, por el contrario, tuvo una época en la que “paró la olla” con lo que recaudaba del taxi de su papá, Roberto; y a los 25 años ingresó al Departamento de Taquigrafía y Dactilografía de la Legislatura provincial.
El “Lobo” vive en casa de su suegro, Miguel, junto con sus hijos Lucas (16 años), “Leo” (13) y “Guada” (11). Uslenghi vive con su esposa, Marina, y con sus hijos, Adrián Maximiliano y Sergio Nahuel.
La emoción afloró en ambos durante varios pasajes de la entrevista que concedieron a LG Deportiva. En especial, cuando recordaron a sus seres queridos.
Décima
- ¿Qué destacás de los equipos de Amalia de 2008 y de 2010?
- En el primer título, la riqueza técnica, por la calidad de los jugadores: (César) Matteucci y (Gustavo) “Gusano” García manejaban los violines. El segundo tenía más alma, era más peleador.
- El año pasado dirigiste el equipo de Atlético que juega en la LTF, ¿qué te dejó esa vivencia?
- Cambió mi temperamento. La experiencia fue muy rica, en lo personal y como técnico. Viví muy de cerca el mundo de la Primera división, y aprendí. En ocasiones, cuando perdemos, los entrenadores nos enojamos. Pero si te hacés expulsar, les estás fallando a los jugadores, y le estás faltando el respeto a tu trabajo. Un día me expulsaron, y me sentí muy mal. Y (Diego) Erroz (manager de Atlético) me retó. Desde entonces me quedo callado y termino los partidos.
- ¿Cómo estás en San Antonio?
- Muy bien, es un club extraordinario. En Ranchillos, los dirigentes cumplen con todo, tienen todos los elementos para hacer un buen trabajo. Y puedo aplicar mi metodología. El objetivo es clasificar.
- ¿Dirigir es tu cable a tierra?
- Podría decir que sí. Me ayuda mucho a crecer, me da mucha fortaleza, me dignifica mucho. Amo al fútbol, y me preparo para crecer, para ser mejor DT. Gracias a Dios, mis hijos entendieron y se adaptaron a mi manera de ver la vida. Y lo vamos llevando juntos... ya llevo 14 años dirigiendo.
Uslenghi
- ¿El fallecimiento de tu hija te hizo más creyente en Dios?
- Sí. En menos de siete meses perdí a mi papá y a mi hija -a ella, cuando estaba dirigiendo una práctica en San Pablo, que se comportó muy bien conmigo-. Nunca estás preparado para eso. Siempre creí en Dios y en la Virgen. Con mi señora y con mis hijos vamos por estos días a terapia familiar, al Grupo Renacer. Además, estamos en la Fundación Compañero de María; permanentemente colaboramos y ayudamos allí. Estoy muy compenetrado, a la par de Dios y de la Virgen; y volví a abrazar la Biblia. Muchos padres obligan a los chicos a hacer la comunión, la confirmación; y en grande uno se abraza a Dios. Es mi sostén de todos los días.
- ¿Cómo fue tu experiencia con Lastenia?
- Asumí luego de que el club asciende, de la mano de Roberto Marrupe. En el plantel contaba con jugadores de mucha talla, como Pedro “Perico” Gerez, Miguel Brandán, los hermanos Jorge y Diego Heredia García. Y empezamos de cero. Probamos jugadores libres, y empezamos a incorporar. El último que llega es Juan Lubo. También estaba Juan Lazo, un excelente persona, que ya no está entre nosotros (N. de la R.: falleció en mayo de 2016). Armamos un plantel con la idea de ir día a día, semana a semana, mes a mes, y de llegar a la clasificación. Así llegamos a la semifinal con San Fernando, que se definió por penales, y luego la final, contra el equipo del “Lobo”, mi hermano de la vida. Lo mejor de empezar de cero es que uno se plantea un objetivo y camina paso a paso hacia él.
- ¿Qué significa ser campeón?
- Es lo mejor que le puede pasar a un entrenador. Después de trabajar durante casi 10 meses, consagrarse campeón es lo mejor... Lograr un título habla de un trabajo mancomunado entre dirigentes, integrantes del cuerpo técnico y jugadores.